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Opinión: a vueltas con las ADAS. Esas que nos meten con calzador, no necesitamos (del todo) y que hacen los coches más caros

Porsche 911 Carrera 4S 997
Foto del redactor Luis I. GuisadoFoto del redactor Luis I. Guisado

Al final, llevamos coches con un montón de cosas que no necesitamos y muchos euros menos en el bolsillo.

Este verano me he estado moviendo mucho con mi coche. Un trasto viejo: un Mitsubishi Space Wagon de 2001. Un asesino de pingüinos con pegatina B que, con suerte (y cuesta abajo), consume 9 l/100 km.

Pero más allá de eso, es uno de los coches más satisfactorios de conducir que he tenido. Es cómodo, espacioso, traga kilómetros sin inmutarse y es sólido como una roca. 

Lo tiene todo. Bueno, “casi” todo. Esto lo pensaba mientras volvía de levante a finales de julio (de dónde si no, si soy madrileño, ¿no?). Para mi gusto, le pondría control de velocidad (que NO sea adaptativo, asistente de mantenimiento de carril y control de estabilidad. Poco más.

Porque este monovolumen es una cápsula del tiempo de lo que eran los coches hace dos décadas: ruedas, motor, plásticos grises, tapicería muy loca. Punto final.

Mitsubishi Space Wagon

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Así que contrasta con otros modelos de nueva hornada. Por ejemplo, con el Citroën C5 Aircross que también he utilizado estas semanas: un Hybrid 180 que gasta 7,5 si te quedas sin batería, algo relativamente decente.

Un festival de luz y color, como no puede ser de otro modo. No es el caso (menos mal), pero hay modelos con animaciones en los faros que te hacen gracia el primer mes de los 13 años de media que dicen las estadísticas que vas a tener tu coche. 

Dentro, lo mismo: 600 millones de combinaciones posibles de colores y sonidos, algunos incluso con aromaterapia y masaje. Todo sea por el confort que necesitamos. Las marcas nos escuchan, dicen, y nos dan lo que necesitamos. Ajá.

Me viene a la cabeza el movimiento de Ford en Estados Unidos: tras escuchar a sus clientes, simplifican la gama de su exitoso Bronco (echa un vistazo al vídeo que hice de la versión Outer Banks)... y quitan la versión de acceso: de poco más de 30.000 para pasar a 40.000 dólares. Lo que la gente pide.

Prueba Ford Bronco

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Volviendo al tema principal: aparte del apartado de luz y color, también está la seguridad. La UE obliga a los constructores a meter (con calzador) una buena serie de elementos para poder homologar los coches a partir del 6 de junio de 2024. 

En ese momento, todo lo que se venda nueva deberá llevar de serie. Según la Revista de la DGT, todo esto:

  • Para todos los vehículos: asistente de velocidad inteligente, detector de marcha atrás con cámara o sensores, sistema de advertencia en caso de somnolencia o distracciones del conductor, registradores de datos de incidencias [una caja negra] y una señal de frenado de emergencia.

  • Para automóviles y furgonetas: funciones adicionales, como los sistemas de mantenimiento del carril y el frenado automatizado.

  • Para autobuses y camiones: tecnologías para reconocer mejor los posibles ángulos muertos, advertencias para evitar colisiones con peatones o ciclistas y sistemas de control de la presión de los neumáticos.

Todo eso está genial, pero no hace otra cosa que encarecer el precio del coche con medidas de dudosa efectividad. Ah, y molestar. Eso sí es peligroso. 

De esto último bien lo saben los conductores de, por ejemplo, algunos Hyundai como el Ioniq 6: tiene tantos pitidos, pitiditos y pitidillos que ya no sabes si has pasado 3 km/h la velocidad máxima, has rozado la línea del carril, el de delante ha frenado, llevas una puerta abierta o te han lanzado un +4 jugando al UNO. 

La parte buena es que tras haber llamado un par de veces al MIT y conseguido hablar con los ingenieros más brillantes de nuestro mundo, logras desactivarlos. 

La mala, que cuando vuelves a arrancar, estás en las mismas y tienes que llamar al MIT de nuevo. El año que viene te invitan por Acción de Gracias a comer pavo.

Una reflexión al ralentí

Al hilo de lo del precio de los coches nuevos, que no hacen otra cosa que encarecerse, también hay que añadir el tema eléctrico, cómo no. Si a un coche ya caro le metes una batería, la cosa se dispara.  

Me lo comentaba Spiros Fotinos, el CEO en Europa de la nueva marca de eléctricos Zeekr, durante una entrevista que publiqué en BUSINESS INSIDER España. No es porque la haya hecho yo (que también), pero dice cosas muy interesantes: no te olvides de echarle un vistazo.

Prueba Zeekr 001 2004

Hace unos años, el Toyota Aygo costaba en España 9.000 euros [conoce bien España y Toyota porque trabajó en el grupo en nuestro país]. Ahora, unos 17.000. Por el aumento del precio de los materiales, sí, pero también por todo lo que lleva el coche: control de velocidad adaptativo, sensor de esto, sensor de lo otro”... 

“Y a eso le añades el precio de lo eléctrico. Total, que tienes un coche carísimo repleto de cosas que la gente no necesita”.

Y pone de ejemplo a una marca sorprendente: Dacia. Los alaba, porque no han perdido el foco, ofrecer coches baratos. 

¿Que no reciben estrellitas EuroNCAP porque no han instalado una ayuda a la conducción innecesaria? No pasa nada: saben a quiénes van dirigidos, y sus clientes no quieren aire del Himalaya en sus asientos.

No sé si estarás de acuerdo con todo esto y si soy yo el que ya tiene una mirada viciada de todo eso: por eso, estaré encantado de leer tus opiniones al respecto, así que no te cortes.

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Etiquetas: Opinión

Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no tienen por qué coincidir necesaria o exactamente con la posición de Axel Springer o Auto Bild España.